Monestir de Sant Cugat

Arte que inspira… arte que cuenta historias…

Tampoco la tierra es menos, ni nada pierde. Porque lo que de un lugar cae, la nieve a otro lugar trae, porque nada se pierde que no se pueda hallar, si es buscado

En la Edad Media los viajes eran largos, difíciles, resultaban en realidad un verdadero descubrimiento de uno mismo, y del mundo más allá de las limitadas fronteras donde se movían esos viajeros. Más que viajeros, aventureros, más que aventureros, héroes. Pero esa época es una métafora del ser humano porque todos somos viajeros, aventureros, héroes. ¿Quién no ha soñado como aquél que proyecta un viaje, quién no ha esperado como aquél que busca algo nuevo, quién no se ha perdido como aquél que vaga por calles desconocidas? La vida y la Historia se hacen una en la metáfora, en este caso, del monasterio de Sant Cugat.

Los historiadores pueden decir, en primer lugar, que el medioevo no es tan oscuro como se lo suele pintar. Por el contrario, fue una época llena de innovaciones y de fermentos culturales que dieron vida a una policroma y original civilización. Por otro lado, en nuestro imaginario colectivo existe también un medioevo luminoso: el de las catedrales, los caballeros, las damas y las hadas; una ensoñación del medioevo que convive con la otra; esa pesadilla de tiniebla y maldad de la que hablamos ahora. Aun así, esta apología del medioevo es tan obvia que se ha convertido ya en una charla de café. Cada vez que me presento como medievalista tengo que oír como me responden, con un deje de compasión por el oficio que he escogido para mí: «Claro, y es que el medioevo no fue una época tan oscura como se suele creer». Además de asentir melancólicamente ante quien trata de animarme, me parece que la tarea de quien lleva a cabo mi oficio pueda ser sobre todo otra: la de explicar cómo, cuándo y por qué hemos creado estos inquietantes paralelismos entre los siglos oscuros y la posmodernidad, y evaluar su fiabilidad en términos de rigor histórico.

La categoría de referencia principal para evaluar estos fenómenos puede ser la del posmoderno, con su convicción -tan difusa como vaga- de estar viviendo una época de desconfianza total respecto a la modernidad. Todas las categorías de la modernidad han saltado por los aires. Hoy, a la idea ilustrada y positivista del progreso continuo del hombre se contrapone una idea de decadencia. También en el medioevo se pensó que «el mundo está envejeciendo» y que lo mejor (la encarnación y la resurrección de Cristo, el apogeo del Imperio) ya había quedado atrás. También en el medioevo se pensó -¡en tantas ocasiones!- que el fin del mundo era inminente. Por esa razón, la dimensión posmoderna se ha equiparado con el concepto de decadencia que ha permeado durante tantos siglos la civilización medieval, hasta el punto casi de llegar a definir una suerte de equivalencia entre la posmodernidad y el medioevo. Por tanto, el uso del medioevo en esta clave puede considerarse, efectivamente, como una de las maneras -no la única, pero una de las más fácilmente comprensibles- mediante la que la cultura actual se describe a sí misma: en un cierto sentido, el medioevo se convierte en una categoría interpretativa de la contemporaneidad.

Existe también una lectura específica del actual desarrollo cambiante de las relaciones internacionales, que toma el nombre de New Medievalism y propone ciertas analogías estructurales entre el medioevo y la edad contemporánea. Las semejanzas propuestas entre el medioevo y la posmodernidad, de hecho, son múltiples: la crisis de los Estados territoriales, el policentrismo del poder, la coexistencia de actores políticos superpuestos, entrecruzados y de naturaleza diversa, la ausencia de un concepto de jurisdicción que esté ligado a un territorio bien definido, la precariedad de las relaciones, la tendencia a la anarquía, y muchos más aún. La piedra de toque del New Medievalism es la afirmación de la existencia de estrechas afinidades entre la época actual y la edad pre-moderna, es decir: precisamente, el medioevo. En resumen: según varios puntos de vista nos estaríamos moviendo a paso de cangrejo; es decir, hacia atrás.

¿Qué puede, entonces, responder un historiador medievalista ante estas cuestiones que provienen de la comparación con la contemporaneidad? Está claro que no puede negar su existencia y hacer como si no le atañeran. Al contrario, abordar este fenómeno -que denominamos comúnmente como medievalismo– es absolutamente necesario. Estudiar el impacto de la historia medieval en el mundo de hoy significa, de hecho, reforzar los cimientos del puente que liga la historiografía con la contemporaneidad, volviendo a situar la historia medieval en el centro del debate; como debe ser. Y aun así, hay que avanzar con cautela. En lo que atañe al New Medievalism, por ejemplo, hay que señalar que esta interpretación se basa en modelos rígidos, que no tienen en cuenta las efectivas modalidades de desarrollo de las civilizaciones medievales, sirviéndose de ellas como de un mero segundo término de la comparación, cuya estructura viene postulada de una vez por todas, cuando en realidad no es así en absoluto. La teoría neomedieval es débil porque el término de la comparación -el medioevo- fue muy distinto a cómo se lo imaginan: y los estudios especializados pueden dar fe de ello. Pero la metáfora sigue siendo eficaz: si no hiciera referencia a un medioevo de evocaciones bárbaras, el New Medievalism no podría funcionar.

Pero son precisamente las evocaciones de la barbarie medieval las que me empujan a formular un discurso aún más vigoroso, ya que tienen un impacto fortísimo en la política contemporánea. La nueva contraposición entre civilización y barbarie se capta hoy en el choque entre los pueblos ricos y los pobres, entre el norte y el sur, entre oriente y occidente. En Europa, la analogía de Perogrullo que a menudo se construye se establece entre los movimientos migratorios de población que distinguen nuestra contemporaneidad y las invasiones bárbaras de los siglos IV-VI. En cambio, en Estados Unidos, ha penetrado (sobre todo durante el gobierno de Bush) un discurso político que afirma la perfecta identidad entre el medioevo y el terrorismo -sobre todo el islámico-. Por lo tanto, a los nuevos bárbaros se les atribuye una connotación profundamente negativa, y muchos partidos políticos se aprovechan del miedo al otro, en lo que se muestra como un choque de civilizaciones.

Ahora bien -y este es el punto fundamental-, en todo ese discurso la metáfora medieval juega un papel protagonista, puesto que pretende dejar claro algo que, en cambio, no lo es en absoluto. Difunden el terror ante el posible retorno de hechos ya acaecidos en el pasado y, atrincherados tras esta eficaz construcción teórica, proponen y adoptan una determinada línea política. Pero nada de lo que se ha observado durante la época tardoantigua y el alto medioevo (los bárbaros, el derrumbe del Imperio romano, las invasiones bárbaras…) tiene vínculos reales y estructurales con lo que sucede en la actualidad, puesto que lo que hoy sucede, sucede por primera vez. Como escribió Tzvetan Todorov, la metáfora medieval es, en resumen: una «imagen del pasado que modifica la percepción del presente». Dicha metáfora libera de su propia responsabilidad a los actores políticos, que se movilizan para comparar una serie de procesos históricos propuestos (de forma muy forzada) como análogos a los antiguos. Pero la historia no se repite, y afirmarlo para hacer política en el mundo actual puede tener peligrosas consecuencias. Red de museos medievales: Web del Museo Nazionale del Bargello,  Florència – Itàlia http://www.polomuseale.firenze.it/, Web del Musée de Cluny_ Musée National du Moyan âge, París – França http://www.musee-moyenage.fr
Web del Museum Schnütgen, Colònia- Alemania http://www.museum-schnuetgen.de
Web del Museu Episcopal, Vic – Catalunya http://www.museuepiscopalvic.com
Web del Museum Mayer van den Bergh, Anvers  – Bèlgica http://www.museummayervandenbergh.be
Web del Musée Provincial des Arts Anciens du Namurois – Trésor d’Oignies, Namur-Bèlgica http://www.museedesartsanciens.be
Web del Museum Catharijneconvent, Utrecht- Holanda https://www.catharijneconvent.nl
Web del Palazzo Madama- Museo Civico d’Arte Antica. Torí – Itàlia http://www.palazzomadamatorino.it/

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